Transparente

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martes, 7 de julio de 2015

FINGEN INDULGENCIA.


El mercado financiero mundial está sorprendido de las dimensiones del fracaso de Grecia, y por mucho que parezca que es el típico caso cuando la alcurnia invita a cenar a un menesteroso y se augura un fracaso devastador por no contar ni con los modales ni la capacidad histriónica al nivel de los demás invitados, no estoy convencido que se trate de esto, ni mucho menos que se trate de la incapacidad de un país de sostener el nivel de operaciones bursátiles y financieras que se requieren para mantener la paridad de la moneda, sino más bien de la evidente diferencia del equivalente en la fuerzas de trabajo.
Por un lado el Fondo Monetario Internacional pone un referéndum a Grecia para hacer frente a sus deudas, y por el otro la Unión Europea se debate la salida del malogrado en las filas de la Eurozona, y si partimos el análisis de las políticas económicas que se plantearon en la formación de la Unión Europea; la homogenización de capacidades productivas y la inversión extrajera directa fueron las principales políticas que se plantearon para la consolidación de la moneda, mismas razones por las cuales quedó fuera Turquía.

O más bien, creo que esto refleja un mal general a las dimensiones macroeconómicas de la función del dinero en el tiempo, “soluciones fácticas para malos tiempos”, en fin, se trata del valor del dinero, o mejor dicho de la tasa de interés. Si lo describimos en palabras llanas podríamos decir que se trata de un préstamo o una serie de préstamos, (generalmente a organismos internacionales) en el que el prestamista o afanador pone un ultimátum al deudor para hacer frente a sus obligaciones de pago, sin embargo el caso es mucho más chocante cuando los prestamos son tales que su capacidad de pago son minúsculas.
Así un país entero podría hacer frente a sus deudas con sus recursos nacionales, una deuda que se antoja interminable, ya que la economía de Grecia no resiste más políticas restrictivas en el gasto, sin embargo no olvidemos que un prestamista dentro de sus criterios para generar un préstamo, diagnostica la capacidad de pago del solicitante así como de los recursos que posee, ya que en caso de que no pueda hacer frente a sus compromisos de pago pueda embargar sus bienes.

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