El mercado financiero mundial está
sorprendido de las dimensiones del fracaso de Grecia, y por mucho que parezca
que es el típico caso cuando la alcurnia invita a cenar a un menesteroso y se augura
un fracaso devastador por no contar ni con los modales ni la capacidad
histriónica al nivel de los demás invitados, no estoy convencido que se trate
de esto, ni mucho menos que se trate de la incapacidad de un país de sostener
el nivel de operaciones bursátiles y financieras que se requieren para mantener
la paridad de la moneda, sino más bien de la evidente diferencia del
equivalente en la fuerzas de trabajo.
Por un lado el Fondo
Monetario Internacional pone un referéndum a Grecia para hacer frente a sus deudas,
y por el otro la Unión Europea se debate la salida del malogrado en las filas
de la Eurozona, y si partimos el análisis de las políticas económicas que se
plantearon en la formación de la Unión Europea; la homogenización de
capacidades productivas y la inversión extrajera directa fueron las principales
políticas que se plantearon para la consolidación de la moneda, mismas razones por
las cuales quedó fuera Turquía.
O más bien, creo que esto
refleja un mal general a las dimensiones macroeconómicas de la función del dinero
en el tiempo, “soluciones fácticas para
malos tiempos”, en fin, se trata del valor del dinero, o mejor dicho de la
tasa de interés. Si lo describimos en palabras llanas podríamos decir que se
trata de un préstamo o una serie de préstamos, (generalmente a organismos
internacionales) en el que el prestamista o afanador pone un ultimátum al deudor
para hacer frente a sus obligaciones de pago, sin embargo el caso es mucho más
chocante cuando los prestamos son tales que su capacidad de pago son
minúsculas.
Así un país entero podría
hacer frente a sus deudas con sus recursos nacionales, una deuda que se antoja
interminable, ya que la economía de Grecia no resiste más políticas
restrictivas en el gasto, sin embargo no olvidemos que un prestamista dentro de
sus criterios para generar un préstamo, diagnostica la capacidad de pago del
solicitante así como de los recursos que posee, ya que en caso de que no pueda
hacer frente a sus compromisos de pago pueda embargar sus bienes.
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