“En un pequeño pueblo
rural de Chiapas en México en los años 80´s, dos adolescentes medios hermanos
jugaban felizmente en el patio de la casa del papá, pero al atardecer cuando el
pequeño Axel debía irse a casa de su madre, empezaba a deshacer todo lo que
juntos habían construido durante los juegos: las casas, señalamientos de madera,
las carreteras en el suelo. Hacía todo lo posible por fastidiar y justificar su
partida.”
Hago referencia a esta
situación para describir lo que la psicología ha denominado como “explosivo
intermitente” o “trastorno de la personalidad disonante”, que se caracteriza
por episodios aislados de impulsos agresivos, y que suelen dar como resultado
conductas violentas hacia los demás o de la destrucción de objetos; en estos
episodios la persona experimenta una sensación de alivio durante el arranque de
rabia y luego siente remordimientos y sentimientos de culpa por sus acciones.
Aunque existen pocas
evidencias experimentales sobre el origen de este padecimiento, se ha asociado
con la ausencia de figuras paternas, carencia de afecto y ansiedad, los
especialistas recomiendan tratamientos que combinan la psicofarmacología y la
terapia cognitivo-conductual, sin embargo detectada a tiempo permite orientar a
los niños y adolescentes al aprendizaje de conductas alternativas que promueven
un alto nivel de comunicación de sus emociones y al control de sus accesos de
ira.
Si bien es cierto que
todos asumimos estos episodios en mayor o menor medida, producto del estrés que
vivimos a diario, se debe priorizar la detección de este tipo de padecimientos
en los adolescentes, ya que en esta etapa se obtiene la condición adulta como
meta principal y a la par se construye una identidad propia, en tanto que se
presenta el desarrollo final de los procesos biológicos (sexuales y cerebrales),
encargados de las funciones ejecutivas: planeación, razonamiento lógico y
control de impulsos. Aunado a esto, en la etapa adolescente los individuos viven
en sus círculos sociales y familiares un estrés continuo por el sentido de
pertenencia y aceptación.
La Organización Mundial de
la Salud y la Organización Panamericana de la Salud (OMS/OPS) en coordinación
con la Universidad Estatal de Iowa, han creado la estrategia “Familias Fuertes”
a partir del fortalecimiento de las familias como factor protector y primera
instancia socializadora en el desarrollo de los niños y adolescentes para la
promoción de valores y prevención de conductas de riesgo, estrategias que
generen probados mecanismos de comunicación entre padres y adolescentes de entre
10 y 14 años, de este programa se espera obtener grandes resultados para las
familias en Chiapas en materia de prevención del delito, adicciones y embarazos
en adolescentes.